CAICEDO, EL VOTO POR LA DIGNIDAD DE LAS REGIONES DEL PAÍS


Por. Víctor Garavito

Ya no puede caer más bajo porque ni siquiera hemos podido salir del inframundo donde seguimos muertos y llenos de desesperanzas e ilusiones fabricadas como las mentiras que a diario nos venden los medios privados de información.

Hoy, mientras más consumimos noticias más nos alejamos de la realidad, porque los medios nos construyen una noción de actualidad muy distinta a la que cotidianamente los colombianos enfrentamos en las calles del país.

Esta semana nos acábanos de enterar que Colombia ocupa el puesto 96 en el ranquin de la corrupción en el mundo. Lo sorprendente es que no estemos más abajo, porque con los caso como el de Reficar, Odebrecht, Navelena, el Cartel de los magistrados de la Corte Suprema de Justica para vender fallos, ocultar investigaciones de la clase política y dilatar sentencias o Cartel de los Togados; además, Interbolsa, Colpensiones, la Refinería del Meta, Llanopetrol, la podrida Gobernación de Alejandro Lyons en Córdoba, Salucoop a la que salimos a deber; las Regalías en la Guajira, los políticos condenados de Cambio Radical, las 28 investigaciones por paramilitarismo de Álvaro Uribe Vélez y claro el nombramiento del Fiscal Anticorrupción de Gustavo Moreno, por nombrar algunos de los más sonados hechos del 2017 y los que van del presente año; con solo esos acontecimientos deberíamos estar entre los peores a nivel global.

Lo curioso es que el pasado 13 de febrero la universidad del Rosario en su Foro ‘La ética de lo público: responsabilidad de todos’, invitó al Fiscal General de Nación, Néstor Humberto Martínez Neira, quien militó en Cambio Radical, para hablarnos de corrupción.

El prestigioso centro universitario no tuvo ningún reparo en presentar a uno de los personajes más cuestionados por sus silencio y omisiones en los casos de Navelena y Odebrecht, donde se ha denunciado ampliamente, se dedica a defender sus intereses y los del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo, el mismo que lo declarará como personaje del 2017, a través de su periódico El Tiempo. Nada extraño, estamos en Colombia.

A pesar de ello, ningún medio del país cuestionó la rutilante aparición de la encumbrada estrella pública Néstor Humberto Martínez, de quien se dice que usa presuntamente la Fiscalía para perseguir a los que no son del establishment y a los candidatos a la presidencia de la república que proponen otra mirada del país, como Carlos Caicedo; quien además, le ha ganado el pulso a Cambio Radical, partido que contribuyó a fundar el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, en el Magdalena.

A pesar de ello, la campaña de Caicedo adelanta una intensa actividad proselitista y se abre paso en la opinión pública nacional por la Fuerza Ciudadana que entraña, al constituirse en un fenómeno político que irrumpió desde una de las regiones donde la corrupción se constituyó en la estrategia de guerra paramilitar y de gobernanza de sus mandatarios; además, mantiene el clientelismo que ha perpetuado la pobreza y la ignorancia en el Caribe.

Corrupción que él mismo Caicedo denunció y logró impedir desde su gestión. Primero en la universidad del Magdalena, como rector, donde fue perseguido por los paramilitares y la justicia colombiana; luego siendo alcalde de Santa Marta, inició su lucha contra la multinacional española Inassa, dueña del sistema de recaudo R&T y la mayor accionista de Metroagua, quienes junto con la clase política de la ciudad esquilmaron los bolsillos de los samarios y, además, se pretendían quedar con la infraestructura del acueducto y el alcantarillado.

Al contrario de los demás candidatos, Caicedo esta lejos del centro y es en eso que radica su diferencia, porque sabe interpretar a quienes vivimos en las regiones multiétnicas y pluriculturales del país; pero como nadie ejemplifica, la capacidad que tenemos los seres humanos de enfrentar los desafíos que nos impone esta realidad y como el mismo lo señala, con “la fuerza de los sueños”.

Por eso, votar por Caicedo es votar por la región, por nuestra dignidad; esas mismas regiones a las que pertenecemos y donde hemos decidido vivir, no importa que en Bogotá, los del centro, aún nos sigan viendo como los provincianos del país.

Fotografía: [ar] actualidad regional, febrero de 2018.

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