EN SANTA MARTA: POLÍTICA AL ESTILO CAICEDO, UN VÍNCULO POLIVALENTE


Ni Gustavo Petro, ni Aida Abella o representantes de los partidos alternativos nos van ha imponer quienes deben ser los alcalde ni los gobernadores del país

Por. Víctor Garavito

"Existen dos maneras de ser engañados.
Una es creer lo que no es verdad, la otra es negarse a aceptar lo que sí es verdad".
Soren Kierkegaard

Frente a los hechos políticos que se dan en el país de cara a las elecciones regionales y locales, se mueven las convergencias y desde Bogotá, los partidos alternativos nos imponen, bajo la causa justa de la defensa de la paz una sola versión de la realidad y nos dejan sin camino a la elección real de los ciudadanos, como sucede en Santa Marta.

Hoy, frente a este panorama y en medio de lo que significa la pena de privación de la libertad, con beneficio de reclusión domiciliaria, contra el Alcalde Rafael Alejandro Martínez, que dictó el juez Octavo Penal Municipal con funciones de garantías, Alexander Vila Farelo, como resultado de una audiencia que duró 14 meses.

El primero es el jurídico, que se resuelve en los estrados judiciales y el segundo es el ético; sin embargo, en este punto, los argumentos de los seguidores de Caicedo como los de los líderes de otros partidos políticos tradicionales se contraponen.

Aquí aparece la siguiente tesis: «una sociedad, es el reflejo de sus líderes y dirigentes, esos que elegimos. Es ahí donde cada uno se mira en su propio espejo y cree que esa es su realidad» No de ellos podría ser como un sector del país asume al expresidente Álvaro Uribe como su mesías, sin importar que es el responsable de las ejecuciones extrajudiciales (ʻFalsos Positivosʼ) y de cuanto escándalo de corrupción ha vivido el país. De estas forma, los colombianos, históricamente, se relacionan con sus líderes: olvido y dependencia o sumisión.

En Santa Marta, los seguidores de un movimiento político, como lo es Fuerza Ciudad, que hoy parece más una secta religiosa, más que un espacio para el debate respetuoso de ideas, como al parecer lo deja claro la líderesa comunal Rosilda Emiliana al calificar a Caicedo como El hombre de hombres”que nace de una visión cuasireligiosa permeada por la tradición judeocristina occidental (Ver Video).



De tal suerte, que el dogma Caicedista estableció para la ciudad los absolutos de su teología moral y se autoproclamaron dueños y amos de una Santa Marta; quienes ahora se lanzan en la conquista del Magdalena; departamento, que dicho sea de paso, donde aún pulula la mentalidad feudal, es decir, “lo que diga el patrón”, muy proclive a los intereses de la clase política tradicional, fruto de su tradición clientelista y el miedo que sembraron los narcoparamilitares magdalenenses que se tomaron esta región.

Por otro lado, hoy nos enfrentamos no solo al debate “Cotes-Caicedo (Clase política hegemonica Vs. alternativos” quien siempre han estado en pugna por el poder, pero que en esencia a decir de algunos analistas son encuentran en lgunas prácticas a la hora del ejercicio político,que crea cierto vinculo polivalente como diría Gerardo Aválos Tenorio en su libro “Ética y Política [para tiempos violentos]”, porque las críticas de otros sectores apuntan que los nuevos candidatos a los cargos de elección popular se designan por linaje y línea de sucesión y que ambos sectores están acompañados por una poderosa maquinaria desde la alcaldía y la gobernación; al tiempo, otros opinan a adición al poder, lo que se conoce como el Síndrome Hubris, y es donde parece otra vez el ejemplo de Álvaro Uribe Vélez (quien tiene que cuidarse la espalda y evitar la verdad).

Para esto último, esta la chequera y se le da “manejo”, porque que no se compra en este país y más si se trata de la justicia colombiana; acaso olvidamos como el Cartel de la Toga de la Corte Suprema de Justicia; tal vez, ya ni siquiera recordamos la polémica intervención del Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla en el Senado de la República para justificar sus negocios particulares de los bonos del agua o la defensa que hiciera el mismo Fiscal, Néstor Humberto Martínez Neira frente a su participación en Odebrecht.

Aunque, hay que dejarlo claro, todos tenemos el sagrado derecho de profesar la religión política que queremos y de prenderle velas e incienso a nuestros santos y demás deidades; sin embargo, nadie debería obligarnos a seguir ciegamente los dioses que no nos pertenecen.

Ahora bien, los copartidarios políticos y militantes de Fuerza Ciudadana presentan como argumento la “ciudad cambió”, fue “el único que se interesó en Santa Marta” e indican la necesidad de “apoyar los resultados y la gestión”; de esta forma, se reconfigura la levedad de las tesis, sin que en el fondo se esgrima el valor político que tienen una propuesta regional frente al convulsionado panorama nacional, lo que deja claro el escaso contenido ideológico de su militancia..

En este orden de ideas, a los movimientos alternativos se le debe permitir el leseferismo y su recurrente único discurso, al que siempre se apela a la persecución política, como eje central de sus propuestas? Acaso no se parece esa actitud, a la misma estrategia de Uribe Vélez, quien señala que cualquier discusión o crítica al mesías del Centro Democrático sobre la levedad ética o su doble moral no es más que una conspiración o venganza criminal, como diría Uribe Vélez.

Al mismo tiempo, la intolerancia política, el macartismo y el maltrato, más allá del ethos de Caicedo, su seguidores se lanzan contra cualquiera que interpele a su líder o ejerza la crítica, aparece la postura, de “hombre unidimencional”, como lo diría Herbert Marcuse, y tal vez, la ideología líquida, en medio de una sociedad, como la colombiana, inmersa en el vacío del narciso permisivo y ese fugaz destello de felicidad, al decir de Gilles Lipovetsky y al muy al estilo de Dorian Grey; todo esto da cuenta de una personalidad nada envidiable pero que se ajusta a la megalomanía de la clase política colombiana y de quienes nunca lograran entender que el mundo no gira a su al rededor, como suelen hacerlo los caudillos del país.

Por otro lado, Caicedo produce algún grado de miedo en sus seguidores y la clase política de la ciudad; de esta forma, se evidencia otra vez ese vínculo de relación sadomasoquista que mantienen los colombianos con quienes están en el poder: duele pero me gusta; duele pero lo soporto plácidamente a que algún día, la teoría del derrame económico deje sus migajas en nuestro plato de lentejas.

Hablemos francamente, sin intentar esconder la realidad tras el eufemismo de los resultados y los cambio de una ciudad que había quedado en el olvido y que había saqueado los partidos políticos tradicionales, como los corsarios y piratas del Siglo XV; acaso Carlos Caicedo como Rafael Martínez, no hicieron lo que les correspondía como funcionarios públicos, sometidos al cumplimiento de la Constitución y la normatividad legal vigente para los que fueron elegidos?

¿Será por esta razón que los samarios deben quedarle eternamente agradecidos y nos toca arrodillarnos al paso cortesano de su séquito, cómo le están exigiendo sus seguidores a la ciudad? ¿Cuál modelo de gobierno, el de las Ferias de la Equidad o el da unos niveles educativos que son evidenciados en la pruebas saber con el antepenúltimo puesto, al solo superar al departamento del Chocó, que de novedoso o que aporte significativo de relevancia merezca ser reconocido en el país, el éxito de una acción popular, acaso eso?

En esta perspectiva, ¿no habrán otros candidatos distintos a los autoproclamados, omnipresentes y únicos dirigentes políticos capaces de dirigir los destinos de una ciudad y un departamento que no sean los ungidos y autoproclamados, por Fuerza Ciudadana. Al parecer sí.



Fotografía: ©[ar] actualidad regional, 2018.

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