20 DE JULIO, IN-DEPENDENCIA, CRISIS DE UN CONCEPTO
“… Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes: ved los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan”, dijo el charaleño José Acevedo y Gómez, figura indiscutible del 20 de julio de 1810; por eso, más allá de la epopeya, su eco aún se escucha hoy.
Sin embargo, hay que advertir que en los diferentes eventos de carácter histórico se encuentra la presencia de nuestras naciones originarias y el pueblo afro; así lo demuestra el proceso de consolidación social y el enraizado espíritu que se gestó desde antes que los españoles hicieran presencia en estas tierras y destruyeran gran parte de la cultura de nuestros ancestros: dueños de este territorio y conocedores del arte de hacer producir el tejido de sus sueños; guardianes de los generosos valles y montañas, bañadas por caudalosos ríos y quebradas que fertilizaron bajo la luz de sus Dioses.
Fueron los Agataes, Aruhacos, Chimilas, Guanes, Koguis, Laches, Wiwas y Yariguíes, etc. los que fertilizaron el espíritu valiente y noble de la historia del país; es ese mismo ascendiente histórico que recorre América Latina mucho antes que la larga noche de horror que sembraron bajo el Dios Sol y la Madre Luna los extraños de a caballo, espadas y cruces, que por el arte del azar fueron encontrados por estas tierras, donde se copulaba por la noche bajo el manto de las estrellas y se parían los hijos para que caminaran libres.
Fue afinales de 1599 que Benkos Bioho, miembro de la etnia bijago, quien a finales de 1599 lideró el alzamiento de los esclavos africanos y fundó el primer territorio libre: San Basilio de Palenque. Más tarde, la propuesta valerosa de Los Comuneros encontró resonancia en Santander a mediados de 1781 y, luego, 76 años más tarde, un 13 de mayo de 1.857 se proclamaría el Estado Soberano de Santander y aparecerían las constituciones provinciales.
En estos episodios, la imprenta del Socorro jugó un papel fundamental, hecho que repercutiría significativamente en quienes soñaban con la libertad.
Esta es la genética de la libertad que recorre calles y senderos bajo la mirada noble de los hombres y mujeres que en la actualidad son protagonistas de su historia, en ellos está el acumulado histórico de resistencia y lucha.
Pero nos definimos como nación sí somos capaces aportarle al país procesos sociales que permitan generar espacios para construirla. Y, es que la conciencia nacional nace del reconocimiento del otro, del respeto y el ejercicio de un pacto civilista que imponga reglas claras para la convivencia y la democracia.
Sólo así la libertad dejaría de ser una palabra para soñar y la transformáramos en una ética para que sea posible la vida, porque la ley se hace libertad cuando nace de un pacto desde la civilidad.
En la actualidad, el significado de la independencia hace crisis, al tiempo que los medios de información lloran a Llorente y se impone una nueva estrategia de neocolonización que nos cobra por lo que aún no sigue siendo nuestro: los recursos naturales estratégicos y el activo más importante que tenemos, su biodiversidad.
Al tiempo, que por cuenta de la Cooperación Internacional, Álvaro Uribe Vélez nos impuso siete(7) bases militares norteamericanas en nuestro territorio y 6.402 ejecuciones extrajudiciales de jóvenes colombianos; sin embargo, las multinacionales y el narcotráfico financiaron las campañas políticas del Centro Democrático -Odebrecht y la Ñeñepolítica- y para despedirse el presidente Iván Duque le confirmó al país que sus cuatro años en el poder fueron para la corrupción y la impunidad; además, nos endeudó con 87 billones de pesos a todos los colombianos; mientras los banqueros colombianos y sus grupos económicos se roban el presupuesto nacional y para completar son eximidos de pagar impuesto.
Por eso, érase una vez un florero, una fiesta y usted… Erase una vez un país que celebra sin usted.
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